El hombre que llegó a juez antes de lo que esperaba

Catania tiene 36 años, tramita la causa sobre los índices de inflación y la del avión de los Juliá

Cuando todavía no había cumplido 30 años, Alejandro Javier Catania se presentó a un concurso para cuatro juzgados. Buscaba experiencia en el tema y, con el tiempo, llegar algún día a ser juez, según recuerda una fuente con amplia experiencia en los tribunales. Pero hasta él mismo se sorprendió: quedó cuarto y el por entonces presidente Néstor Kirchner lo nombró a cargo del Juzgado en lo Penal Económico N° 4.
Ahora, siete años después, se mueve con naturalidad por los tribunales de la avenida de los Inmigrantes, en Retiro. Quienes lo conocen califican como un hombre muy reservado a este magistrado que ayer acaparó la atención pública con el oficio en el que pidió a los medios de comunicación teléfonos y contactos de los periodistas que escribieron sobre los índices de inflación.
En esa investigación, aceptó como querellante a Guillermo Moreno. No es la primera vez que sus destinos se cruzan: en su despacho se tramita también una causa contra Papel Prensa impulsada por el secretario de Comercio Interior.
En los tribunales retratan a Catania, de 36 años, como un juez con buenos conocimientos jurídicos y académicos. Algunas fuentes destacan también que es muy codiciado por las mujeres. Hizo toda su carrera en el fuero. Empezó de muy joven como "pinche" en el juzgado de Julio Cruciani. Después de una breve estada por el despacho del juez Bernardo Vidal Durand, pasó a trabajar en la Sala B de la Cámara de Apelaciones en lo Penal Económico, donde llegó a ser prosecretario y secretario.
"No es normal que una persona llegue a juez tan joven, pero hizo una carrera muy buena", afirmó alguien que trabajó con él.
En la actualidad sorprende su look : usa un rodete al mejor estilo Gastón Gaudio. Tiene un modo de hablar tranquilo. Elige con detenimiento las palabras para expresarse.
En el concurso que finalmente lo llevó al juzgado, terminaron delante de él Rafael Caputo, Daniel Petrone y María Valeria Rosito. Sólo esta última se quedó sin un juzgado.
A diferencia de otros jueces, Catania no es amante de la alta exposición. Su nombre se hizo conocido para la opinión pública en enero pasado, cuando se descubrió un embarque de casi una tonelada de cocaína en un jet privado que arribó desde Ezeiza al aeropuerto de Barcelona.
Catania tuvo que investigar la conexión local y descubrir dónde se cargó la droga. La pesquisa, según fuentes judiciales, habría determinado que la cocaína fue subida al jet de los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá en el aeródromo de Morón, pero aún no se detectó cómo. Catania habría descartado una "complicidad estructural" de la Fuerza Aérea y de la Administración Nacional de Aviación Civil, entre otros organismos estatales. Tampoco pudo determinar qué controles fallaron. En nueve meses no citó a nadie a indagatoria.
"Estoy seguro de que Catania es un juez que no se deja influenciar por ningún gobierno", dice una fuente que lo conoce bien. Otros, también por lo bajo, critican su modos, que calificaron cercanos a la soberbia.

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