Desconcierto en las filas propias

Boudou le tiró con munición gruesa al estudio jurídico creado por el procurador General de la Nación y al presidente de la Bolsa de Comercio.

Una máxima usada hasta el hartazgo en las crónicas futboleras afirma que no hay mejor defensa que un buen ataque. La idea se aplica a los últimos pasos dados por el vicepresidente Amado Boudou. El jueves pasado, cuando se especulaba que su descargo se referiría al caso Ciccone, causa judicial que investiga su supuesta participación en un eventual tráfico de influencias en torno de la quiebra de una empresa contratista de la Casa de la Moneda, Boudou le tiró con munición gruesa al estudio jurídico creado por el procurador General de la Nación y al presidente de la Bolsa de Comercio. Al buffet de abogados llamado “estudio Righi”, lo acusó de traficar influencias. Albroker Adelmo Gabbi, de intento de coima.
Boudou formalizó ayer sus denuncias ante la Justicia. El golpe tiene una pesada carga simbólica: Esteban Righi no es ningún arribista en el peronismo (como muchos peronistas dicen del vice). El ex ministro de Héctor Cámpora fue la persona elegida por Néstor Kirchner para representar al Estado en los asuntos judiciales, cargo que viene representando desde 2004. Cuando era director de la Anses, Boudou dijo que desde el estudio Righi le ofrecieron contactos en la Justicia Federal.
A Gabbi, Boudou le asignó el papel de mensajero en un episodio mafioso: aquel le habría ofrecido una intermediación con Antonio Tabanelli, dueño de Boldt, empresa de juegos de azar denunciada también por Boudou por sus prácticas. Gabbi, en un comunicado, se mostró “asombrado” y recordó que el año pasado, al cumplir 157 años la Bolsa de Comercio, “fue públicamente elogiado por la Presidenta”.
Los incidentes denunciados habrían ocurrido entre 2008 y 2011. Aún no queda claro porqué Boudou demoró tanto en hacer las denuncias, violentando así su deber como funcionario. Por este retraso, Boudou recibió ayer cuatro denuncias.
La presidenta Cristina Fernández aún no se refirió en público a las denuncias de su vice contra dos figuras que se suponía eran de su agrado (Righi y Gabbi). Su palabra es esperada ansiosamente por parte del oficialismo, que muestra desconcierto ante la carga de Boudou contra la figura emblemática de Righi.
Si, como dice Boudou, el abogado que representa al Estado trafica influencias, el lío es grande. Si se trata de una imputación falsa del vice, el lío (político e institucional) quizá sea mayor.
Cuesta creer que esta jugada no tenga el visto bueno de Cristina Fernández, la responsable absoluta de que Boudou ocupe el segundo cargo en importancia en el Estado.
Más previsible es el silencio de Daniel Scioli, quien recibió parte del fuego cruzado, cuando Boudou vinculó a su gobierno con la firma Boldt. Sectores kirchneristas ven en Scioli a un aliado que tarde o temprano partirá hacia otro proyecto dentro del peronismo.
Pero Scioli ha demostrado ser un experto esquivador de municiones de todo calibre. Ayer, desde su entorno, fueron muy claros en una charla con este diario: “Scioli está abocado a reparar los daños del tornado de la semana pasada”. La referencia es a los desastres provocados por la tormenta en el conurbano y no a las denuncias del vicepresidente.

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